La semana pasada no pude resistirme y compré un encaje en la mercería... y, entonces, se añade un poco de fieltro y ocurre lo irremediable... del trocito de encaje nace Chloe.
Es suave, blandita y muy dulce.
Ni que decir tiene que he ido a la mercería a comprar el mismo encaje en otros colores.
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